La implosión del sumergible Titan, operado por la empresa OceanGate, se convirtió en uno de los episodios más trágicos y controvertidos en la historia reciente de la exploración submarina. El 18 de junio de 2023, la nave desapareció en las profundidades del Atlántico durante una expedición privada al pecio del Titanic, cobrando la vida de sus cinco ocupantes.
Casi dos años después, nuevas revelaciones sobre el entorno interno de la empresa y el papel de su cofundador, Stockton Rush, salen a la luz, mientras la Guardia Costera de Estados Unidos se prepara para divulgar su informe final sobre el accidente.
Según un reportaje publicado por la revista People, la tragedia del Titan no sorprendió a empleados y expertos que ya habían advertido de fallas técnicas, malas decisiones ejecutivas y una cultura empresarial dominada por el autoritarismo y la improvisación.
La expedición del Titan comenzó en junio de 2023, frente a las costas de Terranova (Canadá). A bordo viajaban Stockton Rush, el piloto y fundador; el experto en Titanic P.H. Nargeolet; el empresario Shahzada Dawood y su hijo Suleman; y el explorador británico Hamish Harding. Apenas 90 minutos después del descenso, se perdió todo contacto. Cuatro días más tarde, restos del sumergible fueron hallados cerca del Titanic. La Guardia Costera confirmó que había sufrido una implosión catastrófica causada por la presión oceánica.
Stockton Rush: entre la visión y la negligencia
Stockton Rush, ingeniero aeroespacial y heredero de una familia acaudalada, fundó OceanGate con la visión de “democratizar la exploración de las profundidades”. Sin embargo, su decisión de utilizar fibra de carbono en lugar de materiales tradicionales como acero o titanio fue duramente criticada por su fragilidad bajo presión extrema.
Testimonios recogidos por People lo describen como un líder carismático pero propenso a ignorar advertencias técnicas. “Era un visionario… pero vivía fuera de lo convencional. Y pagó por ello con su vida”, dijo Fred Hagen, inversor y pasajero en misiones anteriores.
El documental Titan: The OceanGate Disaster retrata a Rush como figura central de una cultura de personalidad en la empresa. “Si ibas en su contra, probablemente te quedarías fuera”, advirtió el director del documental, Mark Monroe.
Alertas desoídas y decisiones arriesgadas
El clima dentro de OceanGate fue descrito como tenso y marcado por presiones financieras y decisiones peligrosas. Bonnie Carl, excontadora de la compañía, señaló que recibió una oferta para pilotar el Titan luego del despido de David Lochridge, entonces director de operaciones marinas, quien había presentado un informe interno de seguridad en 2018. Su salida ocurrió tras advertir sobre defectos estructurales y la eliminación de sistemas de comunicación submarina. Carl renunció tras esa propuesta, alarmada por la falta de profesionalismo.
Entre las irregularidades citadas destacan:
- Uniones estructurales con pegamento aplicado a mano, sin supervisión técnica rigurosa.
- Grietas detectadas desde la superficie en 2022, que fueron ignoradas.
- Almacenamiento a la intemperie, lo que agravó la fatiga del material.
- Negativa de Rush a someter el sumergible a inspecciones independientes, por considerarlas “innecesarias y costosas”.
“Era como poner glaseado en un pastel de cumpleaños”, describió gráficamente Lochridge sobre las uniones del Titan.
Investigación oficial y posibles responsabilidades
La Guardia Costera de EE.UU., a cargo de la investigación, considera que la omisión sistemática de advertencias y la falta de controles podrían constituir negligencia criminal. Jason Neubauer, jefe del equipo investigador, afirmó: “Rush, si estuviera vivo hoy, podría ser considerado responsable de homicidio marítimo”.
El informe final, cuya publicación es inminente, busca esclarecer las causas del accidente y sentar precedentes sobre la necesidad de aplicar estándares técnicos rigurosos, incluso en proyectos privados de innovación.
Impacto y lecciones
La tragedia dejó una profunda huella en familiares, expertos y exempleados. “Estoy enojada. Esto no debió haber pasado”, lamentó Bonnie Carl. Por su parte, Hagen insistió en que Rush actuaba por convicción, pero a un alto costo humano y técnico.
Con el informe de la Guardia Costera por revelarse, la comunidad internacional y los actores del sector submarino exigen una regulación más estricta para evitar que la ambición tecnológica vuelva a imponerse sobre la seguridad.
Infobae
