Multitud congregada en el santuario de Fátima. |
Santo Domingo.- La vida moderna con sus trajines y estrés requiere de vez en cuando un antÃdoto: viajes que por variadas razones, quizás porque nos llevan a sitios sagrados o apacibles o nos hacen pensar en otros en vez de en nosotros mismos, son un bálsamo para el espÃritu.
Lo mejor es que existen lugares que nos permiten disfrutar de unas vacaciones al tiempo que nos ayudan a encontrarnos con nosotros mismos.
ImagÃnese poder unir su voz a la de miles de peregrinos cantando a la luz de las velas en Lourdes, ir en procesión rezando el rosario por la gran explanada frente a la BasÃlica de Nuestra Señora en Fátima, o visitar lugares mencionados en la Biblia.
“Yo soy propiedad del Señor”, dijo Helen Coleman, una viajera irlandesa que hace una peregrinación anual a Fátima y a otros sitios marianos. “Él me cuida y yo vengo a darle las gracias y lo mejor del caso es que siempre regreso a casa renovada”.
Hay viajes que además de ser relajantes para el cuerpo dan riendas sueltas a nuestra espiritualidad también.