Un gramo de práctica vale más que una tonelada de teoría, reza un viejo proverbio de Oriente. La práctica, es decir la acción, suele ser uno de los mejores “maestros”, porque nos pone en contacto con la realidad y sus escollos y nos impulsa a resolverlos. El aprendizaje basado en el acierto y el error se queda grabado a fuego en la conciencia. La teoría es necesaria, pero en su correcta dosis y momento.
Un gramo de práctica vale más que una tonelada de teoría, reza un viejo proverbio de Oriente. La práctica, es decir la acción, suele ser uno de los mejores “maestros”, porque nos pone en contacto con la realidad y sus escollos y nos impulsa a resolverlos. El aprendizaje basado en el acierto y el error se queda grabado a fuego en la conciencia. La teoría es necesaria, pero en su correcta dosis y momento.