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sábado, 23 de octubre de 2010

CELOS, MALDITOS CELOS...

Celos, malditos celos. Viejos como el mundo, afectan a mujeres y hombre por igual, pueden ser apenas una sospecha o un poquito de pimienta en el juego de la seducción o una tortura que termina en las páginas policiales.
Todos los días, en los diarios, podemos leer en la sección policial la historia de algún crimen pasional. Y los celos son casi siempre el desencadenante, aquello de serás mía o no serás de nadie o el enfrentarse a ser abandonado/a por que hay otro/a.

Los celos son un ingrediente vital en una pareja. En dosis muy razonables mantienen vivo el fuego y forman parte de la seducción. Pero las personas que son extremadamente celosas no hacen más que sufrir y hacer sufrir.
Aunque nacen del amor, los celos tienen mucho de odio y de miedo.  Viven pendientes de supuestos engaños porque deben proteger aquello que tienen, y piensan que jamás podrían conseguirlo otra vez.
Es raro que las parejas le duren a un celoso, pero no porque lo engañan sino porque se cansan de él. La mayoría de las sospechas que una persona tiene de su amado o amada son falsas. Se trata de fantasía, provocada por el temor al abandono.
Algunos consejos:
-No conviene ceder ante los caprichos de un celoso. Algunos novios o maridos pretenden que su pareja se cambie el color de pelo, o no use minifaldas, o deje los estudios. A la larga eso despersonaliza, baja la autoestima.
-Trate de negocias. Eludir los comentarios no lleva a nada. Pida razones para la desconfianza, pregunte que le molesta, porque si usted no contesta es como si le diera la razón.