Los defensores de la Medicina Naturalista creen la tierra es el laboratorio de la vida y que, en su seno, ella transforma lo malo en bueno. En este sentido, el barro funciona como antibiótico y cicatrizante, eliminando la materia muerta y reestableciendo las células vivas; lo cual tiene un profundo simbolismo y significado espiritual.
¿Cómo preparar cataplasmas de barro? Las cataplasmas son aplicaciones locales de barro o arcilla. Se usan, por lo común, para calmar el dolor producido por la infamación en diversas partes del cuerpo.
Para hacerlas con barro se recomienda que la tierra que se utilice sea del lugar que se pisa, estando libre de basura, guano (excrementos) o cuerpos extraños. Esto es fundamental, dado que constituye una medida de higiene indispensable.
Extraída la tierra, se la pasas por un tamiz, se la coloca en un recipiente apropiado y se le agrega agua hasta que quede una pasta como la que usan los albañiles para revocar paredes. Luego, se esparce el barro sobre un lienzo, dejando 5 o 6 milímetros de espesor.
El lienzo se aplica directamente sobre la piel, forrando encima con diarios y fajando todo con un lienzo seco, que se prenderá con alfileres de gancho para que no se desplace la cataplasma. En inflamaciones locales, la capa de barro debe ser más gruesa, superando la pulgada de espesor.
El barro aplicado localmente se renovará cada hora que desaparezcan los dolores y las molestias. Además, se aplicara la cataplasma en el vientre para actuar en el centro de la actividad orgánica que es el aparato digestivo.
La tierra que ha sido usada puede volver a utilizarse dejándola a la intemperie 6 u 8 días para que se purifique. Las materias dañinas que el barro absorbe del cuerpo son destruidas por el poder purificador de la tierra.
Consejo: Un error común es aplicar el barro desde el ombligo hacia abajo, cuando debe hacerse desde el pecho hasta la ingle, cubriendo, además, los costados del tronco.