En la rapidez del mundo en el que vivimos; nuestro trabajo, nuestra pareja, nuestros
hijos y el ambiente, nos bombardean con constantes demandas que nos hacen vivir en
un estado de estrés casi inmanejable.
Estas responsabilidades, las cuales no podemos ni evitar ni obviar, son parte esencial
de nuestra vida.
Muchas veces nos preguntamos cómo llegamos al punto donde no logramos dormir,
no podemos concentrarnos, ni tampoco alegrarnos por cosas que antes lo hacían.
Muchas veces es nuestra familia la que se da cuenta de estos cambios en nosotros y
nos “reclama” atenciones y cuidados. En los peores de los casos es nuestro cuerpo el
que responde a lo que se nos demanda, enfermándose y dejándonos incapaces de
cumplir con nuestros deberes; y sólo en este momento es que nos damos cuenta de
que nos hemos dejado llevar, que no hemos puesto límites, ni hemos mantenido un
equilibrio en nuestra vida.
El Estrés no es malo cuando es el motor que activa nuevas ideas y pensamientos
positivos, cuando nos da energía y nos mueve a hacer cosas y cuando sentimos esa
cosquillita motivadora que nos lleva a hacer cosas casi imposibles para nosotros. La
diferencia entre el Eustrés (o estrés positivo) y el Distrés (o estrés negativo), es que el
bueno, no se mantiene en el tiempo y no nos crea angustia. Lo contrario al Distrés
que interrumpe con nuestra vida normal.
Para mantenernos lejos del Distrés, es importante tener estas recomendaciones en
cuenta:
• Haga actividades físicas al aire libre que le causen placer y lo mantengan en
salud; pase tiempo de calidad con su familia y amigos ya que estos momentos
llenan de satisfacción y tranquilidad.
• Hable con sus allegados sobre la situación que sufre, de esta forma podrán
apoyarlo. El solo hecho de hablar ayuda a calmar el estrés que está viviendo.
• Haga un plan, organizando sus metas a corto, mediano y largo plazo,
estableciendo sus objetivos en cada área de su vida
Lic Kaly Báez
Psicóloga Clínica
Master en el tratamiento de la Ansiedad y el Estrés
