
La defensa de Nikolas Cruz, el autor confeso de la matanza en 2018 de 17 personas en una escuela secundaria del sur de Florida (EE.UU.), pidió este lunes al jurado ver “a la persona detrás del crimen” y señaló que existen factores de mitigación que justifican no condenar al joven de 23 años a la pena capital, sino a cadena perpetúa.
“Al exponer su historia, capítulos de su vida, le daremos razones para su vida”, argumentó en un tribunal de Fort Lauderdale, Florida, la abogada de oficio Melisa Mcneill, quien lidera la defensa del exestudiante de la secundaria Marjory Stoneman Douglas que el 14 de febrero de 2018, con 19 años, abrió fuego y asesinó a 14 alumnos y tres miembros del personal.
Si hace poco más de un mes la Fiscalía iniciaba la exposición de su caso con una detallada descripción de la “calculada, meticulosa y cruel” manera en que el joven perpetró en unos siete minutos la matanza en un edificio de la escuela, de la que no se graduó por problemas de conducta, McNeill tampoco escatimó este lunes descripciones de los antecedentes familiares y mentales de Cruz.
En los argumentos de apertura que expuso en la sala donde se ventila la fase de sentencia de este juicio, en el que Cruz ya se declaró en octubre del año pasado culpable de 17 cargos de asesinato en primer grado, McNeill pidió a los 12 miembros del jurado no confundir mitigación con justificación, “porque no hay justificación para estos crímenes” que ha dejado a todos “profundamente impactados”.
La madre biológica envenenó su cerebro.
La abogada desgranó en la corte el historial de Cruz, quien a los tres años tuvo su primera cita con un psiquiatra tras descubrirse que tenía dificultades de aprendizaje y años despúes, durante la escuela intermedia, empezó a desarrollar una fijación por las armas de fuego.
McNeill se retrotrajo hasta la madre biológica de Cruz, Brenda Woodard, una adicta a las drogas y sin hogar que dio a su hijo en adopción y no detuvo el fuerte consumo de sustancias a pesar de su estado de embarazo, como lo prueban las hojas de arresto por posesión y compra de cocaína durante 1998, año en que nació el joven.
El consumo sostenido de alcohol y drogas “envenenó” el cerebro en formación del autor de la matanza, dijo la abogada, dado que desencadenó trastornos del espectro alcohólico fetal, un síndrome cuyos síntomas incluyen problemas de conducta y aprendizaje, además de otros relacionados con aspectos físicos.
Con los años, y ya bajo el cuidado de su madre adoptiva, Linda Cruz, a Nikolas le diagnosticaron también trastornos de atención y socialización, como ahondó McNeill, y encima perdió a su padre adoptivo en 2004, quien a su muerte dejó a la familia sumida en deudas financieras.
Sus problemas de conducta menguaron cuando Nikolas Cruz fue a una escuela intermedia (grados 6,7 y 8) en el condado de Broward que se especializa en alumnos con problemas mentales y de desarrollo, y entre cuyo personal hay decenas de psicólogos y terapeutas, pero en la que sin embargo no se logró eliminar su fijación por las armas de fuego.
De hecho, los especialistas en este centro educativo alertaron a “una estresada y agotada” Linda, en ese momento una madre soltera a cargo de dos hijos, uno de ellos con discapacidad, que no comprara al pequeño Nikolas pistolas de perdigones, aunque la mujer acabaría haciéndolo, de la misma manera que años después lo haría con un fusil semiautomático.