– El profesor entró al aula con dos frasquitos, uno vacÃo y el otro lleno de agua, dispuesto a iniciar su clase de quÃmica. Se sentó pausadamente en su butaca, se ajustó los lentes y de un tercer frasquito sacó una lombriz de tierra, que echó en el que tenÃa agua.
Como era natural, la lombriz se contorneaba como si interpretara la danza del vientre, mientras los alumnos se mantenÃan a la expectativa.
El profesor extrajo de la gaveta de su escritorio un frasquito con alcohol, en cuyo interior echó la lombriz, que al poco rato murió.
Entonces, dirigiéndose a Beodito, le preguntó: --¿Se fijó bien, Beodito? La lombriz estaba feliz en el frasco con agua, pero al echarla en el alcohol murió.
¿Cuál conclusión saca usted de todo esto de todo esto? Beodito se levantó de su asiento, miró hacia el techo y luego dijo decidido: --¡Que el que bebe alcohol no sufre de lombrices, ¡hic!