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jueves, 3 de mayo de 2018

El niño que pintó unidas las dos banderas al escuchar la verdad


El niño que pintó unidas las dos banderas al escuchar la verdad

 
Luis Beiro
Santo Domingo
No importa que sus pequeños ojos sean achinados, que a sus diez años hable tres idiomas y que en las tardes practique el fútbol, su deporte preferido. Mingo Shih nació en Santiago de los Caballeros en 2008 y estudia el segundo curso en el colegio de misioneros Tounos Discovery, en Jarabacoa, ciudad donde vive con sus padres.
Es un niño muy popular. Ágil, diestro e inteligente. Así lo califican sus amigos de la escuela y del barrio donde vive. Se puede decir que todo lo hace bien. Saca muy buenas notas en matemáticas. Le encanta dibujar y es muy observador. Pero sobre todo, siente orgullo porque sabe que tiene dos pasaportes, uno dominicano y otro taiwanés. Y hace suyos los versos de José Martí: “Dos patrias tengo yo/ Cuba y la noche/ ¿O son una las dos?”.
 
El primero de mayo llegó de la escuela antes del mediodía. Notó a su padre, Chung Min, dispuesto a partir a la capital. El hombre no tuvo otro remedio que decirle la verdad. Mingo no solo insistió en acompañarlo sino que tomó una cartulina y lo más rápido que pudo dibujó las enseñas nacionales de sus dos patrias, unidas.
-Pero tú tienes clases en la tarde -le recordó.
-Iré otro día, papá. Quiero llevar las banderas unidas -le dijo.
Padre e hijo llegaron a Santo Domingo al finalizar el acto, pero tuvieron tiempo de escuchar el final del discurso del exembajador Valentino Tang. El pequeño Mingo mostraba su dibujo a cuanta persona cruzara por su lado. Estaba sucio de pintura pues con la prisa del viaje, no tuvo tiempo de asearse bien. Fue feliz. Y hasta una cámara indiscreta captó su risa y su obra.
Al siguiente día
Todavía al mediodía de ayer, Mingo no conocía que su foto apareció en Listín Diario. La llegada de la prensa a Jarabacoa siempre ocurre a la hora de comida. Fueron sus compañeros de la escuela quienes le dijeron: “Mira, estás aquí”.
La curiosidad del niño sorprendió a su padre, quien no esperaba tanta precocidad ante un hecho tan trascendente: “Papá, ¿y cuándo se van ellos y por qué se van y quién los despidió del país?”
El padre sabe que el niño ha nacido entre dos culturas y no tiene por qué estar al tanto de temas ajenos a su desarrollo como infante. Trató de explicarle. Pero Mingo continuó insistiendo: “Yo soy dominicano y taiwanés, pero y sí un día Taiwán y Dominicana están en guerra, ¿qué hago yo?, ¿a quién defiendo?
Evidentemente, el menor enfrenta un problema que nadie le puede explicar. El niño no sabe nada de diplomacia, mucho menos de economía y de política. Solo sabe estudiar, jugar y dar amor. No quisiera que se fueran los representantes de Taiwán. Y no le gustan las guerras.
Su padre llegó a la República Dominicana en 1982. Es programador de Software y también tiene dos pasaportes. Ama este país donde ha hecho vida, ha procreado un hijo y se gana la vida honradamente en el oficio que conoce y maneja.
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