Santo Domingo.- El abuso infantil, sea físico, psicológico, sexual o por negligencia, deja traumas emocionales que repercuten en el desarrollo y en la calidad de vida del niño o la niña. El menor abusado dentro o fuera del círculo familiar desarrolla baja autoestima y crea estructuras de permisividad; en consecuencia, deja que su agresor siga victimizándolo, no porque el pequeño se sienta a gusto con la situación, sino porque carece de una estructura de personalidad que le permita defenderse.
Santo Domingo.- El abuso infantil, sea físico, psicológico, sexual o por negligencia, deja traumas emocionales que repercuten en el desarrollo y en la calidad de vida del niño o la niña. El menor abusado dentro o fuera del círculo familiar desarrolla baja autoestima y crea estructuras de permisividad; en consecuencia, deja que su agresor siga victimizándolo, no porque el pequeño se sienta a gusto con la situación, sino porque carece de una estructura de personalidad que le permita defenderse.